Nada más llegar allí nos llevamos la gran sorpresa de la jornada. José se había inscrito y estaba dispuesto a darlo todo.
Cinco minutos antes de que se diera la salida cayó una tromba de agua que hizo que el pistoletazo se retrasara unos 20 minutos. Previamente la mayoría habíamos decidido ir en grupetta, aunque dimos libertad a algunos de nuestros miembros para que dejaran el pabellón bien alto (a algunas nos costó convencerlas un poquito más que a otr@s).
Empezamos a correr. Anita y Jorge dudan un poco, pero se lanzan enseguida. Irene, Leti y una de las amigas de Rocío también van para delante. El resto sigue en formación.
La gente del pueblo flipaba con nosotros, con nuestras voces. Prácticamente los íbamos animando nosotros a ellos. Al ser un recorrido de dos vueltas, había gente que nos reconocía en la segunda vuelta y nos animaba mucho más.
Los corredores de otros clubes que iban a nuestro lado se iban descojonando. Hubo varios que decidieron unirse a nosotros para que todo se les hiciera más ameno.
De vez en cuando saltábamos a bomba en alguno de los numerosos charcos que se habían formado. A lo tonto descubrimos una nueva técnica para refrescarnos durante la carrera.
Después del primer paso por meta, la grupetta empezó a tener algunas grietas. Rocío comenzó a sufrir un poco más de la cuenta, pero uno de nuestros mejores soldados se quedó para ayudarla.
Maribloomi nos sorprendió a todos. Hizo una gran carrera junto a su compi (Víctor) a pesar de no poder entrenar mucho debido a los horarios de curro.
Los demás intentamos utilizar la guerra psicológica con algunos corredores que nos adelantaban... pero de buen rollito. Tan es así, que algunos nos esperaron en meta para devolvernos algunas de las bromas que les íbamos gastando.
En poco tiempo todos los miembros de La Manada estábamos de nuevo reunidos disfrutando del avituallamiento final. El abrazo de Rocío con Jesús, el choque de manos entre Rubén y María, la entrada de Richi, Manolo y yo cogidos de la mano con una corredora de Trainingrey que se unió a nuestro cachondeo, ver a Ana terminar su carrera (4ª de su categoría) y volver sobre sus pasos para acompañar a su marido, escuchar a la otra amiga de Rocío comentar que le había encantando correr con nosotros... son cositas que te suben la moral y que hacen que todo esto merezca la pena.
Y, como no podía ser de otra forma, acto seguido nos fuimos a degustar la gastronomía local. Durante la carrera habíamos divisado un chiringuito que tenía buena pinta y allá que fuimos. Dimos buena cuenta de sus "Hamburguesas Especiales"
Así que nada... después de muchas risas, una carrerita, y una buena cena, nos fuimos a casita con la satisfación del deber cumplido.
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