domingo, 5 de febrero de 2012

Senderismo: Subida al Puerto Marchés.

Ni las olas de frío siberiano pueden con los miembros de este club.

A las 10 de la mañana de hoy (domingo), nos reuníamos en el punto de partida: Las Navillas. Hicimos acopio de  provisiones y, con más capas que una cebolla, iniciamos la marcha.

Hay un dicho (creo que chino) que dice que la montaña más alta teme al escalador más lento. Y nosotros decidimos tomárnoslo a pecho. Despacito y buena letra.

Cuando empezaron las primeras rampas, ya nos sobraban capas de ropa a todos y comenzaron los primeros intentos de amotinamiento... "este "presi" es un cabrón..... nos quiere matar.... ¿cuándo comemos?... matemos al presi...¿cuánto falta?....".

Llegamos a una fuente que estaba congelada parcialmente y Luna y Shiva decidieron que hacía demasiado "calor" como para dejar pasar la oportunidad de darse un bañito.


Los nórdicos (Amorak, Ava, Guinness) tiraban como mulos de sus lastres humanos. Otto y los beagles iban a ratos sueltos y ratos atados (no son muy de fiar en campo abierto). Shiva, Luna y Boston disfrutaban de su libertad absoluta.


Cuando llegamos a la rampa más dura, las críticas hacia mi buen juicio se hicieron más duras. "....me cago en el presi ... esto no es una cuesta, es una putada ... ¿pero esto qué es? ¿senderismo o escalada?...".


Pero enseguida llegamos al primer descanso, donde aprovechamos para recuperar fuerzas, hacernos unas fotitos, etc. En una de esas fotos, Lara le dijo a Manolo: "Ven Manolo, vamos a hacer como que nos queremos". Creo que esta es una de las frases del día.


Rona sufrió un pequeño incidente que le hizo sangrar un poquito por la nariz, y Montse casi se muere del susto.

Retomamos el camino hacia la otra ladera de la montaña. Enseguida nos topamos con los primeros restos de la nieve caída días atrás. Ya caminábamos con más alegría pues la pendiente era más favorable y de las mochilas empezaron a salir los filipinos, las galletitas, los pistachos... lo cual hizo el camino aún más llevadero.



David y Alberto decidieron seguir la vieja premisa que dice que "el camino más corto entre dos puntos es la línea recta", y optaron por acortar campo a través mientras que los demás (los civilizados) seguimos por el camino que traíamos.

Jacko, aprovechaba sus momentos de libertad para jugar con Shiva.


Cuando llegamos al cruce que nos dejaba a unos dos kilómetros de los coches, decidimos que era un buen momento para comer y así lo hicimos.

Antonio y Lola empezaron a sacar cosas de una mochila que parecía no tener fondo y con cuyo contenido podíamos haber sobrevivido una semana perdidos en el monte.

Los perros (atados a los árboles) decidieron amenizarnos la comida con un magnífico concierto de ladridos en do menor.

Y ya con nuevas energías, afrontamos el último tramo de nuestro camino, que nos llevaría a nuestro punto de partida, donde nos tomamos el postre, nos hicimos las últimas fotos y nos despedimos hasta la próxima.

Un gran día del que creo que todos nos llevamos un buen recuerdo.

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