Domingo 4 de marzo a las 7 de la mañana. Suena el despertador. Hoy es un gran día: voy a correr mi primera carrera de canicross junto a algunos de mis compañeros.
Tras coger los dorsales y pasar el control veterinario decidimos calentar el cuerpo por dentro. Encontramos un bar en el que pudimos enganchar los perros a unas tinajas, parecía una peli del oeste en la que ataban los caballos en la calle. Al volver nos encontramos a Nerea y su amigo Pablo,que ya habían estado indagando sobre el circuito y nos chivaban que nada mas salir teníamos 3 km de subidita, para flipar. Ya acercándose la hora de la salida algunos perros se ponían nerviosos, nosotros pusimos en practica lo ensayado en los entrenamientos, Otto y Shiva permanecieron sentados y tranquilos mientras se hacia la cuenta atrás. Yo personalmente estaba nervioso ya que era mi primera vez en canicross, menos mal que tenía a mi compañero Antonio al lado para dirigirme.
De repente apareció Nerea en dirección contraria y diciéndonos: "Luis no me hace caso". Luis era el perro con el que corría ese día ya que se lo habían dejado.
Nos propusimos aguantar juntos e íbamos pasando en línea por pequeños caminitos llenos de piedras y ramas, si uno paraba se paraba el otro,eso es compañerismo.
El paisaje era precioso: bosques,praderas,caballos,caminos con bajadas imposibles. De repente un riachuelo ... "¡oh dios mio que Otto no se mete en el agua!" - pensé -" tendré que cogerle" ... y, para sorpresa mía, va y se salta el riachuelo y, como yo no me lo esperaba, me pongo de agua hasta arriba. Antonio y Shiva que están acostumbrados, pasan sin dudar.
Finalmente, para que Lola pudiera disfrutar como nosotros,decidimos dar una vuelta por parte del circuito con los perros sueltos... ¡qué tranquilidad!, ¡que bonito!. No había ganas de irse a casa, pero bueno, la familia nos esperaba. Un día perfecto que espero repetir con mis compañeros de equipo.
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